El domingo 22 de septiembre Mn. Joaquín celebra su misa de despedida con la comunidad de San Pancracio, de la que ha sido rector durante los dos últimos años. Con este mensaje se cierra este blog, que comprende el periodo de historia parroquial transcurrido mientras él ha sido párroco.
Ilusionado
asumí como rector el cuidado pastoral de la parroquia de San Pancracio. De esto
hace dos años. El joven sacerdote brasileño Rodrigo me pasaba la antorcha de
relevo. Delicado y atento, me acompañó en ese momento crucial de mi vida. Sant
Pancraç es una parroquia que amó y que ama, y me consta que, desde el otro lado
del océano, sigue velando y rezando por su querida parroquia. Él partía hacia un nuevo destino pastoral, y
yo llegaba para iniciar un camino aquí, consciente de que ya tenía otra
responsabilidad como rector, y que esto podía diezmar mi tiempo con vosotros.
Hoy, casi en
vísperas de la fiesta de la Merced, os digo adiós. En estos momentos, no puedo
evitar recordar vuestros rostros y vuestra dedicación: personas sencillas,
buenas, trabajadoras, serviciales, que amáis con especial esmero vuestra
parroquia. Cada encuentro ha significado descubrir lo que de Dios hay en
vosotros. A pesar de mi ritmo ajetreado, he podido interiorizar la gran riqueza
que hay en vuestros corazones: ¡cuánto amor, cuánta entrega he visto en muchos de
vosotros!
Como
experiencia pastoral, ha añadido valor a mi sacerdocio, a pesar de haber habido
momentos no fáciles. Todo lo que he escuchado, todo lo que habéis hecho y
hacéis por vuestra comunidad, ha ensanchado mi corazón.
Entre
aciertos y desaciertos, entre la confianza y el desconcierto, entre la alegría
y la pena de no poder llegar a todo, hoy, dos años más tarde, me despido de
vosotros. Doy gracias a Dios porque ha puesto en mi camino una experiencia
intensa, donde he aprendido mucho. En medio del ritmo acelerado, nunca he
dejado de anclarme en Dios, aceptando que el éxito pastoral no depende tanto de
lo mucho o poco que puedas hacer, sino de cuánto te dejas tocar por Él. Porque
una pastoral que no esté fundamentada en la oración y en el silencio puede
convertirse en hiperactivismo, un no parar de hacer cosas pero, en el fondo,
dar vueltas sobre uno mismo, creyendo que estamos haciendo mucho pero, en
realidad, solo nos estamos proyectando sobre nuestro vacío. El sacerdocio, o
está arraigado en Cristo, o se convierte en un mero hacer obsesivo.
Solo así,
más allá de la eficacia del trabajo pastoral, la experiencia se puede
convertir en sabiduría espiritual y alcanzar un sentido. A los ojos de los
demás puede parecer sorprendente o desconcertante. El sacerdocio implica asumir
riesgos, incluso equivocarse. Pero solo se crece en la lucha interior, incluso
en las contradicciones. Así se madura.
Quiero
agradecer sinceramente al consejo parroquial, a los que habéis asumido
responsabilidades pastorales, a toda la comunidad, vuestros esfuerzos por hacer
que esta parroquia siga vibrando después de casi sesenta años. En especial,
quiero agradecer a Miquel Adrover, amigo diácono, que con delicadeza y atención
me ha acompañado en esta tarea.
De la
intensidad de vuestro fuego interior dependerá que la parroquia siga ardiendo
con la fuerza del Espíritu Santo, y que siga siendo testimonio vivo del amor de
Dios en este barrio.
Os llevaré
en mi corazón y no dejaré de rezar para que esta pequeña comunidad brille con
todas sus fuerzas y que, a pesar de estar enclavada entre naves y edificios
industriales, sea faro de Cristo, ilumine y llene a las gentes de vuestro
alrededor. Pido a San Pancracio, patrón de las personas con dificultades, que
cada uno de vosotros se convierta en un dulce bálsamo para todos aquellos que
padecen.
Finalmente,
os pido que recéis por mí, para que siga firme en mi vocación sacerdotal con el
sólido deseo de hacer siempre la voluntad de Dios.
Joaquín
Iglesias
22
septiembre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario