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En este blog de la parroquia de Sant Pancraç, de Barcelona, se recogen noticias, comunicaciones y eventos que han marcado la vida de la comunidad durante los años 2011-2013, siendo rector Mn. Joaquín Iglesias.

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domingo, 6 de mayo de 2012

San Pancracio

San Pancracio es uno de los mártires que goza de mayor devoción popular, desde el siglo VI de nuestra era.
Se conoce muy poco de su vida y muerte, y todo ello está envuelto en el halo de la leyenda. Al parecer, era originario de Frigia (actual Turquía), y se trasladó a Roma con un tío suyo, Dionisio, que lo adoptó al morir el padre del niño.
Tío y sobrino se convirtieron al cristianismo, en una época en que los emperadores romanos miraban la nueva religión con suspicacia y, en algunos casos, decretaron persecuciones sangrientas.
Según la leyenda, San Pancracio tenía 14 años cuando fue llamado ante las autoridades, que le exigieron que apostatara de su fe. El muchacho se mantuvo firme y fue condenado a muerte.
Por su corta edad, se le consideró un mártir ejemplar, testimonio de la fe, y su nombre consta en martirologios muy antiguos. Se cuenta que una mujer piadosa recogió su cadáver y lo enterró en un lugar de la Vía Aurelia, donde más tarde se edificó una basílica que llevaría su nombre. El papa Gregorio Magno, hacia el siglo VII, ya predicaba sobre el joven santo en esta basílica.
San Pancracio es el patrón de los pobres, los afligidos por reveses de la fortuna y también de los comerciantes. En muchos establecimientos podemos ver una figura del santo que, a veces, va acompañada de una ramita de perejil.
San Pancracio es representado muy joven, con túnica romana o uniforme militar, y con la palma del martirio.
Nuestra parroquia de San Pancracio, situada en un barrio que en sus orígenes era humilde y habitado por familias obreras, es en Barcelona un foco que atrae a muchos fieles devotos de este santo en el día de su fiesta, el 12 de mayo.
Hoy en la parroquia se desarrolla una importante labor social. San Pancracio es un buen abogado y protector de toda nuestra tarea. Encomendemos a él todo cuanto hacemos, y pidámosle que nos ayude a ser testimonios fieles y valientes de Dios en medio de nuestra ciudad.