De Rafa Zamora.
Nos ha enviado esta hermosa oración por correo para que podamos compartirla y meditarla durante estas fiestas de Navidad.
Virgen
María,
Señora embarazada de la promesa de Dios:
en medio de la noche oscura y al lado de José,
en medio de la noche oscura y al lado de José,
tu buen esposo,
nosotros también esperamos...
A pesar del pesimismo de tantos que ya no esperan nada bueno, ni de la vida, ni de los otros seres humanos,
hoy nosotros, junto a ti, nos atrevemos a confiar y a soñar con el mañana que llegará cargado de buenas noticias:
noticias de solidaridad y de justicia,
noticias de compasión y de consuelo,
noticias de fraternidad y de respeto...
Las mismas noticias que en aquella noche santa,
escucharon los pastores en los campos de Belén mientras cuidaban de sus rebaños.
Las noticias que descubrieron escritas en los astros, los sabios magos de Oriente;
noticias por las que quisieron ponerse en camino y buscar con ilusión
para encontrar envuelto entre pañales, a un niño sencillo,
a un ser indefenso que lloraba y buscaba hambriento el pecho de su Madre;
a una criatura pobre, que acababa de llegar al mundo para sanar los corazones rotos,
para consolar a los tristes,
para saciar a los hambrientos de justicia,
para devolver la vista a los ciegos.
Un niño que nace en nuestro pesebre,
en el pesebre de nuestra realidad humana, en el corazón mismo de la historia.
Un niño que le recuerda a las gentes
de todos los tiempos,
de todas las culturas,
de todas las condiciones,
que Dios es “Padre y Madre”
y que ofrece su Vida a todos los que le buscan con corazón sincero.
Un niño que fue dado a luz en Belén hace dos mil años,
pero que quiere seguir naciendo en el aquí y en el ahora de nuestra historia:
- porque algo de Él nace en nosotros cuando amamos de verdad;
- porque algo de Belén acontece en nuestra casa cuando escuchamos y perdonamos;
- porque algo del sentido verdadero de la Navidad empezamos a comprender
nosotros también esperamos...
A pesar del pesimismo de tantos que ya no esperan nada bueno, ni de la vida, ni de los otros seres humanos,
hoy nosotros, junto a ti, nos atrevemos a confiar y a soñar con el mañana que llegará cargado de buenas noticias:
noticias de solidaridad y de justicia,
noticias de compasión y de consuelo,
noticias de fraternidad y de respeto...
Las mismas noticias que en aquella noche santa,
escucharon los pastores en los campos de Belén mientras cuidaban de sus rebaños.
Las noticias que descubrieron escritas en los astros, los sabios magos de Oriente;
noticias por las que quisieron ponerse en camino y buscar con ilusión
para encontrar envuelto entre pañales, a un niño sencillo,
a un ser indefenso que lloraba y buscaba hambriento el pecho de su Madre;
a una criatura pobre, que acababa de llegar al mundo para sanar los corazones rotos,
para consolar a los tristes,
para saciar a los hambrientos de justicia,
para devolver la vista a los ciegos.
Un niño que nace en nuestro pesebre,
en el pesebre de nuestra realidad humana, en el corazón mismo de la historia.
Un niño que le recuerda a las gentes
de todos los tiempos,
de todas las culturas,
de todas las condiciones,
que Dios es “Padre y Madre”
y que ofrece su Vida a todos los que le buscan con corazón sincero.
Un niño que fue dado a luz en Belén hace dos mil años,
pero que quiere seguir naciendo en el aquí y en el ahora de nuestra historia:
- porque algo de Él nace en nosotros cuando amamos de verdad;
- porque algo de Belén acontece en nuestra casa cuando escuchamos y perdonamos;
- porque algo del sentido verdadero de la Navidad empezamos a comprender
cuando
acogemos a los que llaman a nuestra puerta,
cuando servimos a los que nos necesitan,
cuando damos la vida por los demás…
cuando servimos a los que nos necesitan,
cuando damos la vida por los demás…
Virgen
María,
Madre atenta a la voz de Dios:
permítenos velar contigo, esperar contigo
y recibir contigo a tu Hijo amado,
a Jesús, hermano de los hombres y mujeres de buena voluntad,
al Dios que se ha hecho hombre,
para que el hombre se haga Dios.
Madre atenta a la voz de Dios:
permítenos velar contigo, esperar contigo
y recibir contigo a tu Hijo amado,
a Jesús, hermano de los hombres y mujeres de buena voluntad,
al Dios que se ha hecho hombre,
para que el hombre se haga Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario